Because everything and everyone is conected, for every word written there is one less feeling unexpressed.
jueves, 9 de mayo de 2013
Emanuel
Supongo que era un niño normal como todos los demás, tenía 11 años y aún cursaba la primaria, yo en ese tiempo iba a la Universidad pero me gustaba conversar con él cuando lo veía sentado en la banqueta frente a mi casa, mientras todos mis demás vecinitos estaban en la calle jugando pelota o a las escondidas.
Era un niño muy inteligente y le gustaba hacerme preguntas sobre mi escuela, sobre mis planes y mi amor por los animales, en ocasiones me ayudaba a buscar entre los vecinos a alguien que adoptara alguno de los perritos que rescataba de la calle, siempre dispuesto a ayudar.
Él era hijo único y sus padres siempre trabajaban, llegaban siempre de noche y él se encargaba de hacer sus tareas y mantener limpia la casa mientras ellos no estaban. A veces me daba la impresión de que se tomaba muy enserio las responsabilidades de su casa, ningún niño prefiere lavar los trastes o barrer su casa en vez de salirse a jugar pelota con sus amigos.
Lo veía por lo regular en las tardes, yo salía con mi perro a sentarme en la banqueta y él se nos unía para platicar, había semanas en las que no salía de su casa para nada y cuando lo volvía a ver me explicaba que tenía mucha tarea o que estaba muy cansado y prefería dormir temprano, platiqué con el durante varios meses sin que sus palabras me hicieran ver que la situación en su casa no era la que yo pensaba.
Un día regresé más tarde de la Universidad que de costumbre, entré a casa pero noté que en la calle había una patrulla (supuse que habían agarrado a algún delincuente (en mi vecindario no era raro que sucedieran esas cosas), a mi Mamá se le hizo extraño que además de la patrulla llegara una camioneta del SEMEFO (Servicio Médico Forense) y salió de la casa para preguntar a algún vecino si todo estaba bien, tardó por lo menos dos horas y cuando regresó tenía los ojos llorosos, obviamente yo le pregunté qué había sucedido pero como no podía ni hablar para explicarme decidí salir por mi misma y preguntar... creo que todos los seres humanos tenemos en menor o en mayor potencia desarrollado un sexto sentido, que es el que te hace saber que algo malo pasó y te va a afectar aún cuando no sepas de que se trata todavía.
Cuando yo salí de casa ya estaba temblando, la camioneta del SEMEFO estaba parada justo afuera de la casa de Emanuel pero ya se iba. Una de las vecinas que se encontraba afuera me lo contó todo:
-Se suicidó Emanuel- me dijo.. -Cuál Emanuel?, Ema?- Solo asintió con la cabeza y continuó sollozando, los detalles empezaron a nublarse a partir de ese momento, ya no recuerdo exactamente ni quién ni cómo se encargó de explicarme con lujo de detalle lo que había ocurrido.
Hacía apenas unas 2 horas lo habían encontrado sus papás, llegaron a casa y notaron las luces apagadas, pensando que él había salido a la calle a jugar o se le había hecho tarde, pero no.. cuando entraron y encendieron las luces vieron a Emanuel, estaba colgado, había usado el cinturón de su Papá, el mismo con el cual él lo había golpeado un día antes por haber reprobado varias materias, Emanuel lo ató alrededor de su pequeño cuello, lo atoró de una de las ventanas de su casa y dejó caer su cuerpo. Su padre fué quien lo descolgó, estaba sin playera y se le notaban aún algunas marcas de los sinturonazos del día anterior, no sé que tanta culpa pueda soportar un ser humano pero estoy segura que la que sintió su padre en ese momento debió haberlo superado. Dicen los vecinos que gritaba horriblemente, salió de la casa corriendo como dos veces y la Madre detrás de él, fuera de sí misma también.
Hasta ese momento no había imaginado un dolor más grande que ese, me llovieron en la mente todos los recuerdos de las conversaciones que tuve con él, buscando, tratando de recordar algo que me hubiera dado un indicio de lo que él sentía y que tal vez yo pude haber pasado por alto, me sentí culpable por las noches en las que me dijo: -Quédate un rato más, me gusta platicar contigo porque mis amigos estan bien mensos.-
Juro que morí mil veces pensando en que tal vez si lo hubiera presionado más para decirme las cosas que le preocupaban, si hubiera sabido lo que sé ahora y hubiera sabido lo que sé ahora para ayudarlo a él, tal vez todavía estaría vivo.
A casi más de 7 años de lo sucedido, aún lo sigo recordando su madurez y su seriedad que lo distinguían del resto de los demás niños, sé que su bondad y su carácter lo hubieran hecho un gran adulto, tal vez mejor de lo que soy yo. Sé que tal vez si lo lees pensarás pobre pequeñito y desearás haber tenido la oportunidad de haberlo ayudado también y a lo mejor habrías actuado a tiempo y no como yo, pero ésta como tantas otras historias sirven para mirar a nuestro alrededor, para darnos cuenta que toda la gente que nos topamos a diario y con la que convivimos puede estar en una situación similar, nunca esperes para interceder por alguien, nunca aplaces la ayuda por alguien ni subestimes el poder de las palabras para salvar la vida de alguien, un minuto más de conversación con un amigo, una ida al cine cuando está deprimido, incluso un mensaje para recordarle que no está solo, pueden hacer la diferencia entre su vida y su muerte.
Paulina
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